Noticias » Experiencias de vida

Al fin pudimos !!

Hace dos años habíamos intentado llegar a la cumbre del monte Pissis, pero un cálculo errado de tiempo y distancia del último día de ataque a la cima nos imposibilitó llegar. Cuando vimos que no podíamos alcanzar a la cumbre dijimos: “volvamos, la montaña permanece, volveremos” y finalmente volvimos.

 

Lo más leído:

 

El monte Pissis está ubicado en la cordillera central de la provincia de Catamarca. Este cerro es un volcán, con la particularidad de ser el volcán inactivo más alto del mundo. Su altura es de 6.795 m.s.n.m. y es el tercero en altura después del Aconcagua que está en Mendoza y Ojos del Salado que está en Catamarca próximo al Pissis.

En el oeste de la provincia en el límite con Chile, en el departamento de Tinogasta, se encuentran en medio de la puna catamarqueña unos pueblos pequeños sufridos por la sequía profunda donde viven personas que día a día luchan con la adversidad del clima y el olvido de los gobiernos que no los tienen en cuenta. Solo donde corre un poco de agua se ve algún tipo de vegetación; así es que algunos viñedos aparecen en esos oasis. La producción principal es el vino de una calidad realmente sorprendente.

La localidad más conocida es Fiambalá, que es famosa por sus termas. Otro pueblo cercano donde nos alojan unos amigos desde hace años, se llama Medanitos que es por donde pasa el Dakar cuando atraviesan las dunas, que todos los amantes de esta competencia recuerdan.

Llegados a Medanitos a la casa de los amigos luego de celebrar el encuentro con un asado nos dirigimos al paso San Francisco a 4.300 m.s.n.m. en el paso fronterizo con Chile. Allí nos establecimos en un refugio de vialidad provincial tres días con el objetivo de aclimatarnos, lo que significa, esperar que nuestro organismo se adapte a la altura. Allí se hacen caminatas de varias horas, se suben a otros cerros de 5.000 metros y se descansa a 4.300 m en el refugio.

Volvimos a Medanitos y ya estábamos listo para emprender el gran desafío de escalar el Pissis.

Este año somos 4 integrantes: el padre Juan Ignacio Lanzotti, párroco de la parroquia Guadalupe en el barrio Empalme Graneros de Rosario; María Inés Comuzzi, profe de educación física y tal vez la más fanática del montañismo del grupo. Diego Gioda otro profe de educación física de Rosario, con quien hacía 17 años que no escalábamos juntos, pero también enamorado de la montaña y yo Daniel D’Urbano.

El cerro Pissis se encuentra alrededor de unos 200km del pueblo más cercano que es precisamente Fiambalá, de los cuales la aproximación es de 100 km por ruta y otros 100 km por huellas que solo los lugareños conocen por entre medio de la cordillera en vehículos 4x4, única manera de acceder.

Los paisajes son increíbles, es lo que vemos en las fotos que están publicadas. Todo es hermoso pero la desolación es absoluta, no hay nada ni nadie en 200 km, lo cual es un tanto atemorizante. En esta oportunidad hemos llevado un teléfono satelital, para usar en alguna emergencia que no tuvimos a Dios gracias.

Cuando llegamos al campamento base donde comienza la escalada luego de 7 horas de viajes, nos encontramos con un grupo de eslovenos, españoles y de Singapur que esperaban la evacuación en ese día. Habían fracasado en el intento por los fuertes vientos, solo uno de Singapur pudo llegar a la cima.

Ni bien llegamos nosotros, dos camionetas de Fiambalá se llevó la expedición. Quedamos solos, con la ilusión de ascender este magnífico cerro; por delante quedaban seis días de soledad absoluta, nosotros cuatro y la montaña.

El primer día de marcha llegamos al pie del glaciar que se ve en las fotos de la montaña, allí dormimos, al día siguiente emprendimos la escalada del glaciar hasta la mitad. Es un planchón de hielo de kilómetros de largo y ancho, con una pendiente que atemoriza, cuando mirábamos por detrás nuestro, realmente daba miedo; yo pensaba: “si me caigo por este hielo, me juntan en cucharita abajo”.

Así lento pero firmes superamos el glaciar y acampamos en la parte superior del mismo. La altura es de 6.400 metros, desde allí quedaba el ascenso a la cumbre.

La noche fue muy fría, sopló toda la noche un viento fuerte y helado. A las cuatro de la madrugada emprendimos los preparativos para salir hacia la cima. Nadie había dormido, comimos algo, un mate cocido con unas galletas y salimos alrededor de las 5:30 am. Muchísimo frio, teníamos puesto todo el abrigo, tres pares de guantes, tres pares de medias térmicas gruesas; pero parecía que no era suficiente; el viento era implacable. Nos cubrimos la cara para que no se congelaran las vías respiratorias; calculamos entre 25 y 30 grados bajo cero.

Todavía oscuro caminamos una hora tratando de no congelarnos. Después de andar una hora y media aproximadamente, Diego no pudo más, sintió que se le congelaban las manos y los pies, me preguntó que hacía, si seguir o bajar, y yo le dije: “Es tu decisión yo no puedo decirte que hacer, es tu responsabilidad” y optó por descender e ir a la carpa para calentarse, volvió; fue duro para todos, pero fue la opción correcta. Nosotros seguimos un poco más pero el viento no paraba; estaba saliendo el sol. Entonces nos acurrucamos debajo de unas piedras donde nos daba el sol pero sin viento. Tenía que parar, había soplado toda la noche, y así fue, luego de estar allí unas dos horas, el viento fue parando y pudimos seguir. Subimos lento, la altura se siente y el cuerpo pide que bajemos, dos pasos y las pulsaciones arriba de 200 por minuto. Lento, subiendo siempre, seguimos y así ya con un día que se hizo óptimo desde el clima llegamos a la cima. Eran las tres de la tarde, abrazos, emoción, lagrimas, estábamos en la cumbre del tercer cerro de América; un sueño que en lo personal añoraba desde hace muchos años.

Este deporte llamado andinismo que tiene como rival a uno mismo y la dificultad de la naturaleza es altamente educativo para la vida. Muchas veces tenemos que luchar en nuestras vida con cosas propias, no con otras personas, son nuestros defectos y miserias que debemos vencer para lograr la satisfacción del éxito. Implica sacrificio, renunciamiento, riesgos, pero tiene el sabor incomparable de haber logrado algo grande.

Dios nos de salud para seguir experimentando esta sensación de inmensidad y pequeñez personal, ante la maravillosa magnitud de la naturaleza. Parado en la cima pensaba: “¿Qué es el hombre ante tanta maravilla e inmensidad? “. Inmediatamente salió de mi una plegaria de agradecimiento profundo y con lágrimas para el creador de todo. Gracias Señor por tanta belleza.

Hasta la próxima montaña !!.

 

Galería de Imágenes


 

Comentario & Imágenes:


Daniel "Toto"D'urbano

Fecha de publicación: 07/02/2016    |    1263 lecturas

Comentar


Clima
Cereales
Divisas