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La vida es escalar cada día un paso más

Cuando uno piensa en los cerros más altos de la cordillera piensa primero en las montañas de Mendoza y San Juan, donde se encuentran el Aconcagua y el Mercedario respectivamente. Pero no están allí los cerros más altos. A saber el orden de los ocho más altos de Argentina: Aconcagua 6962mts (MZA); Ojos del Salado 6893mts (CAT); Pissis 6795mts (CAT); Bonete 6759mts (CAT); Tres Cruces 6748mts (CAT); Lullillaco 6739mts (SALTA); Mercedario 6710mts (San Juan); Inca Huasi 6621mts (CAT).

 

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La primera vez en los cerros de la puna

Como vemos hay muchos cerros como más de seis mil metros en Catamarca y el resto de las provincias que conforman los Andes de la puna.

Después de muchos años de desear ir a unos de estos cerros, que tienen como característica estar muy alejados de las zonas pobladas, pudimos armar una expedición al Pissis, el tercer cerro de América, después del Aconcagua y Ojos del Salado.

Los que participamos de la expedición, somos los mismos que escalamos el Aconcagua en febrero de 2013: María Inés Comuzzi de Rosario, el padre Juan Ignacio Lanzzoti de Rosario y yo, Daniel D´Urbano.

Partimos hacia Catamarca el  20 de enero llegando a Medanitos el 21 del mismo mes, donde nos esperaba una familia maravillosa con toda la calidez que caracteriza a la gente de provincia, los cuales nos hicieron sentir muy a gusto.

Medanitos es un pueblo de dos mil habitantes, vecino de la ciudad de Fiambalá, famosa por sus termas.

En este pueblo se ha corrido una serie del "Rally Dakar" en años anteriores. Todos tenemos la imagen de la carrera cuando pasan por médanos,  y quedan los camiones enterrados en la arena, así como también las caídas espectaculares de los motociclistas.

El monte Pissis se encuentra a 200km de Fiambalá, hacia el Oeste metido en medio de la puna.

En este pueblo hicimos base, allí contratamos a una persona que es baqueana del lugar, la cual poseía un vehículo 4x4 para llevarnos hasta la base del Pissis. Vehículo con el cual es la única manera de llegar, ya que no hay caminos, sólo una huella a través de la Cordillera y son 200km de los cuales 100km los pudimos transitar por rutas. Son 6 horas de viaje.

Salimos y ni bien nos alejamos del pueblo comenzó una verdadera fiesta para la vista. Paisajes increíbles, los colores de la cordillera eran impactantes, pero más lo fueron los lagos que fuimos encontrando de distintos colores a 4000mts de altura. Los había grises, celestes, turquesa, y verdes. Fue un viaje impresionante. Estos lagos al pie de los cerros nevados permanecen allí porque están encerrados entre montañas, lo lamentable es que no pueden disfrutarse si no se entra con vehículos de doble tracción, por lo tanto son desconocidos incluso para la gente de la zona.

Llegamos al campamento base y allí quedamos solos, sin comunicación de ningún tipo, confirmando sólo que el día 30 tenían que estar allí para devolvernos a la civilización.

Cuando uno está en un lugar así donde si te pasa algo nadie te puede ayudar, o si le pasa algo a tu familia nadie te puede avisar, se siente un poco de angustia, y por lo que nos encomendamos a Dios para que todo esté bien, y así fue.

En este campamento aclimatamos a la altura ya que estábamos a más de 4500mts. Estuvimos dos días. Poco movimiento, mucha hidratación, son la receta para acostumbrar el cuerpo a la altura. No hay agua en el lugar, por lo tanto tuvimos que llevar bidones para abastecernos.

Allí, estuvimos los dos primeros días disfrutando de charlas interminables con mis amigos y admirándonos a cada instante de la belleza que nos rodeaba, glaciares inmensos, y picos nevados por todos lados que eran una provocación a subirlos.

De allí, partimos al campamento uno, al pie del glaciar más importante que tiene el cerro, fueron 8 horas de camino para arriba, llegando a un lugar paradisíaco, en donde pudimos observar agua, la cual venía del glaciar, con muy baja temperatura. Nuestra vieja carpa de alta montaña mitigó los 20º bajo cero. Estando a 5600mts, todo se hace difícil, moverse es un esfuerzo enorme, cada cosa que uno hace, como vestirse o atarse los cordones es motivo de agitación, como si hubieses corrido dos cuadras a toda velocidad.

A la mañana siguiente emprendimos camino al campamento dos. El mismo, está a 6300mts de altura y para llegar hay que trepar el glaciar que tiene 8 o 10km de extensión, con una pendiente que en tramos tiene 45º, esto es realmente exigente y riesgoso, ya que un resbalón es muy peligroso, porque sería una caída desde muchos metros de altura.

Caminamos, escalamos, hasta donde nos dieron las fuerzas, pero nos faltaron 3 horas más para llegar al destino. Armamos el campamento y derretimos nieve gran parte de la noche, para hidratarnos y preparar agua para el día siguiente. El frio, mucho más intenso que las noches anteriores, congeló el gas de los calentadores y a pesar de llevar repuestos esto nos complicó la tarea. Al agua la teníamos que tener dentro de las bolsas de dormir, porque afuera se congelaban en cuestión de minutos. Ahí, me di cuenta por qué a pesar de ser un cerro tan alto no lo escala nadie, es muy duro.

Dormimos poco y mal. A la madrugada  aproximadamente a las 4 de la mañana salimos hacia la cumbre. Frio, mucho frio, nada sin cubrir, dos pares de guantes y en la cara sólo un orificio pequeño para respirar.

Salimos para la cumbre, caminamos duro y firme pero las fuerzas se terminaron pronto en la alta montaña. Juan, que venía arrastrando un problema estomacal casi no avanzaba, María Inés, no había podido comer en dos días y tampoco tenía más fuerzas; llegó un punto en el cual no pudieron más y decidimos volver.

Hicimos montaña, nos faltó la cumbre, que es la frutilla del postre, pero llegamos a los 6600mts, a 200mts de altura de la cumbre y a 1500mts de distancia, unas dos horas y media hasta la cima. Esa fue nuestra cumbre 6600mts, nada despreciable y es la invitación a un nuevo desafío.

Abrazos y besos, con un poco de bronca por tenerlo tan cerca y no lograrlo, pero felices de haber vivido otra experiencia límite de esfuerzo en la montaña llamada Pissis.

De vuelta a la carpa dormimos catorce horas corridas. El agotamiento físico fue tremendo, casi no hablamos entre nosotros por el cansancio.

A la mañana siguiente, levantamos el campamento y nos dirigimos al punto de partida, donde al otro día nos vinieron a buscar para llevarnos a Medanitos a la casa de nuestros amigos.

Asado, vino, risas, y lagrimas de emoción, fueron las características del encuentro. Avisamos a casa que ya habíamos bajado y todos felices porque todo estaba bien.

La montaña... ¡Qué rara fascinación ejerce sobre el espíritu de algunas personas!. Nosotros hemos podido disfrutar de su gloria, padecer sus dificultades y alabar a Dios por tanta belleza. Amamos subir las cumbres, no nos conformamos con verlas desde abajo, y yo en lo personal, con más de 30 años de vida, en la cual tuve la oportunidad de subir varios cerros, espero seguir haciéndolo, llenando mi espíritu, mi vista y pulmones de lo más puro de la naturaleza.

Hoy ya tengo fuerzas para encarar cualquier desafío durante el año, mientras voy soñando con la próxima montaña.

Como siempre agradezco a todas las personas que me ayudaron a realizar esto, en primer lugar, a mi familia que me apoya, y luego a los amigos ,en especial al padre Juan Ignacio, amigo de toda la vida y a María Inés, amiga un poco más reciente, con quien compartimos la pasión de escalar. Ambos son ejemplos de vida, Juan con una entrega total a su sacerdocio, sacerdote pobre, generoso, cálido, y María, una madre y abuela que no puede despegarse de sus hijos y nietos, atenta a todo, ocupándose de cada uno. Realmente ambos, son ejemplos a seguir, y a ellos gracias.

Por último agradezco también a San José Virtual, la posibilidad que me da de expresar y comunicar esta locura (para muchos).

La vida es escalar cada día un paso más. Hasta la próxima montaña, disfruten las fotos que son para ustedes.                            

 

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   para San José Virtual

Daniel D´urbano 

Fecha de publicación: 14/02/2014    |    1029 lecturas

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