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Aconcagua, cumbre x 3

El cura de Empalme Graneros de Rosario, el padre Juan Ignacio Lanzotti, Maria Ines Comuzzi también de Rosario, acompañados por Daniel D’urbano de San José de la Esquina, hicieron cumbre en el cerro Aconcagua .

 

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       Juan Ignacio, Daniel y María Inés en la cumbre del Aconcagua

Daniel D’Urbano el “ Toto”, nos relata la experiencia en exclusiva para nuestro medio donde nos cuenta de los preparativos, las penurias y la alegria de la cumbre compartida con sus compañeros de aventura.


El Relato:

En el mes de abril nos fuimos con Juan Ignacio a Mendoza a escalar  el Cordón del Plata, después de celebrar la Pascua decidimos volver a intentar alcanzar la cumbre de América el próximo verano. Y empezamos los preparativos.

Ya habíamos intentado la hazaña en el año 2009 y solo alcanzamos la cumbre Eduardo Lunari y yo; Juan no pudo superar el efecto del mal de montaña, por lo tanto quedó pendiente para él la cumbre de América.     
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María Inés Comuzzi es otra experimentada andinista que conozco hace muchos años y que también tenía pendiente el cerro , ya que en otras oportunidades, no lo había conseguido.

De Rosario salimos el 10 de febrero y nos encontramos con la sorpresa de que en Mendoza en el camino internacional se produjeron aludes que cortaron la ruta e imposibilitaban llegar hasta Puente Del Inca. Después de estar dos días detenidos en Mendoza esperando la apertura del camino internacional, al fin pudimos ingresar al parque provincial Aconcagua. En realidad perdimos dos días que teníamos de margen en caso de mal tiempo. Ahora nos quedaba que no nos detuvieran las tormentas.

La primera jornada terminó en Confluencia, un campamento intermedio entre Puente del Inca y Plaza de Mulas, que es el campamento base. La otra jornada de nueve horas de marcha es llegar a este campamento base que es como un pueblo, allí están asentadas las empresas que reciben a los montañistas bridándoles todo tipo de servicios, alojamientos en carpas estructurales, comedores y hasta duchas a un costo sumamente alto, por ejemplo una simple ducha 15 dólares.

Allí estuvimos durante cuatro días en nuestra humilde carpa de alta montaña realizando el proceso de aclimatación del cuerpo a la altura, para ello realizábamos caminatas ascendiendo a mayor altura y volviendo a descansar a nuestra carpa en Plaza.

Luego emprendimos el camino a los campamentos de altura. El primero a 5000mts. Llamado Canadá, luego a Nido de Cóndores a 5400mts. Y por último el campamento Berlín a 6000mts. En donde pudimos ocupar un refugio construido para alojar a los rescatistas cuando están en su tarea específica, dado que no estaba siendo ocupado pudimos usarlo nosotros.

Siempre hubo mal tiempo, nevadas y fuertes vientos que rompían las carpas y casi nadie podía hacer cumbre; extranjeros de todo el mundo bajaban realmente ofuscados por no poder ascender al cerro, los había de Alemania, Australia, Japón, Francia, Canadá, entre otros. Es mucho esfuerzo físico y económico para no llegar a la cumbre. Nosotros por nuestra parte seguimos con nuestro plan de ascenso esperando mejor suerte.

Escalar una montaña implica más allá del esfuerzo físico que es real, una actitud de ir venciendo cada dificultad, las fuertes tormentas a la noche que parecen que van a arrancar las carpas en una de las ráfagas, las tormentas de viento y nieve que pulen la piel de la cara que es lo único que no tenemos cubierto, la falta de agua que implica horas para disolver nieve, todo esto manifiesta una actitud frente a la vida, no dejarse vencer ante las dificultades.

Llegó el día de ir a la cumbre, nos levantamos a las tres de la mañana, nos hidratamos lo más que pudimos disolviendo nieve y a las seis emprendimos el ascenso a cumbre, pasamos por tormentas de vientos fuertes que lastimaron nuestro rostros, no nos detuvimos y paso a paso alcanzamos la cumbre alrededor de las 16:45hs, con lo justo porque después de las 17hs no se permite el ascenso. Felicidad es la palabra que encierra los sentimientos de ese momento y para mí ,que es la tercera vez que asciendo, ver a mis amigos lograr el sueño de sus vidas, superò la felicidad de alcanzar la cima. Eso disfruté: mis amigos cumplieron su sueño. Nos estrechamos en un abrazo interminable, lloramos de emoción, sacamos las fotos de costumbre en la cumbre y volvimos al campamento de Berlín, llegamos a las 21hs exhaustos; pero a quién le importaba, habíamos estado en la cima de América. Esta vez fue para todos alegría. Regresamos.


Epílogo:

La montaña ejerce una fascinación particular para algunos, en lo personal desde niño cuando veía una montaña lo único que pensaba era en lo maravilloso que sería subirla. Ese sentimiento de grandeza e inmensidad llena el alma de muchos que vamos a sufrir y a disfrutar la naturaleza en su estado más virgen, allí está el paisaje y vos,  nada más. Y les aseguro que el viento que acaricia nuestro rostro es Dios que te dice lo grande que es y cuanto te quiere.

Capítulo aparte para el padre Juan Ignacio, acostumbrado a luchar en uno de los lugares más difíciles de la ciudad de Rosario dando un testimonio real y sincero de entrega al servicio del evangelio. La realidad de la miseria humana, más la marginalidad con la que convive todos los días es una cumbre que día a día debe escalar tratando de promocionar al hombre rescatar lo bueno y corregir lo malo sembrando día a día el mensaje del evangelio, aunque esta tarea parezca muchas veces inútil. Sin embargo para él la cumbre del Aconcagua es insignificante comparada con esta tarea. Felicitaciones Juan Ignacio, gracias por tu testimonio de vida. Hasta la próxima cumbre.


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Relato:
Daniel D'urbano

Imágenes:
María Inés Cumuzzi - Daniel D'urbano

Edición & Compaginación
Daniel Tagliafico
danieltagliafico@hotmail.com

Fecha de publicación: 03/03/2013    |    1067 lecturas

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