El 16 de febrero junto a tres amigos iniciamos una excursión de pesca hacia Bahía San Blas. Luego de recorrer mas de 1000 Km., llegamos a un lugar tocado por la mano de Dios.
 
Yo pensaba encontrarme con una ciudad a orillas del mar y a nuestro arribo descubro con asombro que es solo un pueblito, un pintoresco pueblito que desarrolla casi toda su actividad económica (si no es toda) en base a la pesca deportiva.
 
En San Blas no hay pesca comercial, lo que hace que hasta el pescador sin experiencia pueda cobrar hermosas piezas ya que al no existir este tipo de pesca hay muchísimos peces en cualquier lugar de la Bahía.
 
La variada embarcado es, para el amante de este deporte es bellísima, ya que puede enganchar grandes cantidades de pescadillas, rayas, chuchos, moncholo de mar, gatuzos o las peleadoras corvinas rubias de muy buen porte.
De octubre a diciembre se pueden atrapar cazones de muy buen tamaño y adentrándose un poco en mar abierto, buenos ejemplares de tiburón.
 
Apenas llegados al lugar fuimos recibidos por el dueño del Complejo de Cabañas San Francisco, quien se puso a nuestra disposición para lo que necesitáramos, haciéndonos sentir prácticamente como en casa.
Luego fuimos a ponernos de acuerdo con Gabriel Lagos, El Vizcacha, en cuya lancha partiríamos al día siguiente a nuestra primera incursión a las grandes corvina en el canal Culebra. En el lugar y particularmente para mi asombro, apenas anclamos comenzamos a sacar corvinas, gatazos y pescadillas, lo que derivó que en muy pocas horas de pesca, volviéramos a la costa con los contenedores rebozando pescados.
 
Quiero destacar la predisposición de Gabriel para que nos sintiéramos conformes y colaborando en la forma de encarnar, altura del aparejo del fondo, o desarmando alguna “galleta” que se nos hacia en el reel en algún momento.
 
Al tercer día y con el freezer lleno de pescados retornamos hacia nuestro lugar de origen.
 
La limpieza del lugar; no se ve una sola botella, un nylon o cualquier resto de basura a todo lo largo de su extensa playa. La calidez de su gente y la tranquilidad que se respira en San Blas hacen que sea verdaderamente un paraíso en todo sentido. Ojalá Dios les permita a los lugareños conservar por siempre este lugar “puro”, sin contaminar, porque es uno de los pocos lugares de estas características que quedan en nuestro país.