¿Por qué se escalan montañas? - le preguntaron cierta vez al más representativo de los montañistas, Messner. Él respondió: porque están ahí. Esta respuesta manifiesta la fascinación y la atracción difíciles de explicar que sienten algunos espíritus. Nosotros, humildes habitantes del llano sentimos esta sensación y tratamos una vez al año , por lo menos de estar en las montañas.
 
	             Daniel D'Urbano y Eduardo Lunari en la cumbre
	PEl cerro Aconcagua de 6.962 m.de altura fue escalado por primera vez en 1897 por el austríaco Matías Zürbriggen un 14 de enero. Muchos a partir de entonces intentan alcanzar la cima.
	  ¿Por qué se escalan montañas? - le preguntaron cierta vez al más representativo de los montañistas, Messner. Él respondió: porque están ahí. Esta respuesta manifiesta la fascinación y la atracción difíciles de explicar que sienten algunos espíritus. Nosotros, humildes habitantes del llano sentimos esta sensación y tratamos una vez al año, por lo menos de estar en las montañas.
	 
	   Eduardo Lunari, amigo de San José de la Esquina tiene esta pasión; por el mes de junio le manifiesto mi invitación y deseo de que formara parte del proyecto, por supuesto dijo que si enseguida; ya tenía mi primer compañero. Luego la invitación fue para el padre Juan Ignacio Lanzotti de Rosario, viejo amigo andinista, que también aceptó la propuesta.
	 
	   A partir de allí comienza la preparación física y mental que yo ya había comenzado a realizar. Organizar una expedición a este cerro no es tarea fácil, pero con paciencia y orden se logró y así llegamos al día de partida el 16 de Enero de 2009. Emoción, ansiedad y alegría, eran los sentimientos que nos embargaban.
	 
	Llegamos a Mendoza la mañana del 17 y fuimos a la repartición pública para sacar el permiso de ingreso al Parque Provincial y ascenso al cerro. Se paga una suma de $ 500 por los servicios de asistencia que allí ofrecen- guardaparques, asistencia médica, helicóptero.
	 
	Cumplimentado el pago y obtenido el permiso continuamos el viaje hacia Puente del Inca.
	 
	Cuando llegamos, ya tarde, nos alojamos en la hostería y despachamos parte de la carga que sería llevada por mulas. Pasada la noche, en la mañana siguiente-enero 18-ingresamos al Parque, comenzando el ascenso hasta el primer campamento a 3400 m. que se llama Confluencia. Ni bien entramos vimos con emoción el gran cerro que se presentaba enorme y enigmático. Tardamos tres horas de caminata; nos impresionó la infraestructura que las empresas mendocinas han desarrollado para los andinistas que contratan sus servicios.
	 
	En el puesto de guardaparques de Confluencia nos volvemos a registrar, y ,entre risas, bromas y mate amargo, armamos nuestra humilde carpita en un rincón ; cenamos algo y a descansar.
	 
	A la mañana siguiente – día 19- luego de desayunar e hidratarnos bien emprendemos una jornada de aclimatación ascendiendo hasta la base de la pared sur llamada Playa Francia. Fueron siete horas de camino ascendiendo hasta los 4500m. Es muy difícil explicar con palabras el espectáculo de ver esta pared de hielo de 3000m. escuchando el estruendo de la ruptura de glaciares colgantes. Es casi imposible de escalar pero hay quienes se animan por aquí. Admiro el coraje y la osadía de tres ecuatorianos que intentaban alcanzar la cumbre por esta ruta y con otra técnica muy peligrosa.
	 
	Volvimos a la carpa a Confluencia- cansados- pero habiendo ganado una aclimatación a la altura.
	 
	Día 20: emprendemos la marcha hacia Plaza de Mulas, campamento base para el ascenso al cerro, jornada de once horas de camino que transcurre en su mayor parte andando por la llamada Playa Ancha, que es una gran quebrada donde corre un río que nace en el campamento base, fruto de los deshielos de dos cerros: el Aconcagua y el cerro Cuerno. Es agotador este día por lo largo de la caminata y el sol abrasador; en todo el trayecto no hay un poco de sombra. Al llegar a Plaza de Mulas nos encontramos con mucha gente y servicios destinados para los escaladores (ciber, locutorios).
	 
	Nos instalamos, cenamos y descansamos. Al día siguiente- 21/1- descansamos, y recorrimos los alrededores del lugar, compartiendo experiencias con montañistas de muchos lugares del mundo.
	 
	El día 22 comenzamos con los ascensos a los campamentos de altura, poniendo en marcha el porteo, que es trasladar equipo hacia un campamento superior y descender al base .Esto se hace para alivianar la carga y aclimatar el cuerpo y la mente a la altura.
	 
	El día 23 es de descanso; conocimos el hotel que es una maravilla en medio del paisaje agreste de la montaña. Su costo es inalcanzable para los argentinos de clase media- como nosotros-fue pensado para el turismo internacional y así funciona. Este día nos hicimos los controles médicos para saber si estábamos físicamente preparados para el ascenso. Nos dijeron que todo estaba en orden: todo listo.
	 
	Hasta este momento el clima se manifestaba inestable: sol por la mañana y nevadas por la tarde con marcado descenso de temperatura.
	 
	Era el día 24 cuando nos dispusimos a salir a los campamentos de altura; a jugarnos, lo que sería en el fútbol la final, los próximos tres se definiría el éxito de la expedición.
	 
	Temprano levantamos la carpa, armamos la mochila y salimos lentamente hacia el campamento Cambio de Pendiente de 5200m. de altura pasando por otro campamento- Plaza Canadá de 5000 m - a buscar el porteo que habíamos hecho dos días atrás. Llegamos al lugar de campamento donde descansamos y dormimos (este año no fue muy usado por las expediciones el lugar, pero según nuestro plan trazado fue acertado instalarnos aquí); además nos hidratamos mucho, a esta altura hay que beber entre cuatro y cinco litros de líquido, para no deshidratarse: mate cocido, jugo y mate de bombilla fueron óptimos. 
	 
	Al día siguiente- 25/1- levantamos campamento, salimos hacia Berlín, lugar de campamento antes de la cumbre. Pasamos por Nido de Cóndores, otro lugar de acampe, pero nosotros continuamos ascendiendo. Aquí Juan Ignacio empezó a sentir el mal agudo de montaña, que es el malestar por la altura; decide- entonces- que no va a seguir hasta la cumbre al día siguiente. Golpe duro para él y para nosotros, que teníamos la ilusión de alcanzar en equipo de tres la cumbre. Sin embargo, haciendo un sacrificio enorme nos quiere acompañar al campamento Berlín a 6000m. sabiendo que no la va a pasar bien llegamos armamos la carpa, comimos poco porque ya no hay nada de apetito y comenzamos la larga tarea de hacer agua derritiendo nieve. Media bolsa de nieve equivale a seis litros de agua aproximadamente.
	 
	Juan Ignacio, sabiendo que no iba a ir a la cumbre se prestó generosamente a hacer agua toda la noche mientras nosotros- Edu y yo- dormíamos un poco. Tenía como distracción una radio y, mientras derretía nieve escuchaba Cosquín. Así fue esa noche.
	 
	Día 26: era el día clave. Desayunamos tratando de beber lo que más pudiéramos y salimos-el termómetro marcaba -35º- nos abrigamos mucho y lentamente avanzamos hacia la cumbre, fueron diez horas de ascenso arduo. Siendo las 14:45 pisamos la cumbre, nuestra emoción al máximo: lágrimas y abrazos por la alegría de lograr algo que no olvidaremos en la vida. Valió la pena. Todo el esfuerzo de entrenamiento, el apoyo y la generosidad de nuestra familia.
	 
	Sacamos fotos de rigor en la cumbre y regresamos. Ni bien bajamos se me afloja un grampón (plancha de hierro con puntas que se agarra a la bota para poder caminar sobre hielo sin resbalar), para volver a atarlo, me saco los guantes pero no logro arreglarlo, decido bajar sin él en mi pierna derecha. Comienzan las caídas y, erróneamente, había olvidado ponerme los guantes, habían pasado diez minutos, me doy cuenta que tengo los dedos congelados. Me seco rápido, vuelvo a abrigar mis manos. Momento de incertidumbre, no sabía qué podía pasar con mis dedos, gracias a Dios, a las dos horas empiezo a sentir sensibilidad. En lo personal esto no me dejó disfrutar el placer de la cumbre .Después de 48 horas, cuando me vio el médico, me alivié.
	 
	Eduardo, exhausto no podía avanzar, pero con lo que le restaba de fuerzas, regresamos al campamento, al confort de nuestra carpita. Bebimos sopa caliente, nos metimos en las bolsas, tratamos de comer algo y con poco diálogo por el esfuerzo, nos dormimos.  
	
		Al otro día desayunamos, levantamos el campamento y regresamos a Plaza de Mulas. Allí Juani nos estaba esperando para el reencuentro. 
	
		-¿Y?, Toto, ¿cómo les fue?
	
		-Cumbre, Juani, cumbre con Edu.
	
		Emoción, abrazos y lágrimas nuevamente.
	
		 
 
	 Luego compartimos unos mates y comenzamos a preparar el regreso. Al otro día -28/1- emprendimos el regreso hacia Puente del Inca con una caminata de once horas.Dormimos allí y al día siguiente estábamos en la ruta de regreso a San José, muy contentos por la experiencia vivida.
	
	
	
	Imágenes exclusivas tomadas por los  participantes :