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HABIA UNA VEZ......UN PATO
Fue mi compañero de primaria, mi compinche en las travesuras y por sobre todo mi amigo. Desde muy chico Eduardo sabía que iba a ser médico; y claro, en su casa tenía el mejor ejemplo, quien fuera en vida un excelente médico y mejor cirujano, su Padre Alfredo
En este mes de septiembre, mas precisamente el 21, se cumplen 10 años de la desaparición física del Dr. Eduardo “Pato” Raymonda.
Fue mi compañero de primaria, mi compinche en las travesuras y por sobre todo mi amigo.
Desde muy chico Eduardo sabía que iba a ser médico; y claro, en su casa tenía el mejor ejemplo, quien fuera en vida un excelente médico y mejor cirujano, su Padre Alfredo.
Recuerdo una vez, en esas insoportables horas de la siesta en enero, en la casa de Omar Donis y con un instrumental que había “pedido prestado” a su padre, operó a una paloma, la abrió, le seccionó casi la mitad del hígado; que según él volvía a crecer; y la suturó. Una semana mas tarde la paloma picoteaba los puntos tratando de sacárselos, entonces se los sacó y quince días mas tarde la largó y la paloma salió volando como si nada. Eduardo tenía en esa época tan solo 12 años.
Amigo de sus amigos y de sus pacientes, mas de una vez realizó operaciones sin cobrar un solo peso, es mas, me animaría a decir que muchas veces puso dinero de su bolsillo para comprar medicamentos que no había en el Hospital para sus pacientes de escasos recursos.
Una anécdota que lo pinta de cuerpo entero es aquella (que me contó alguien que estaba dentro del quirófano) en que estando en medio de una operación empezó a sentir fuertes dolores en la boca del estómago que en determinado momento se volvieron insoportables, tanto, que se acostó sobre un colchón en el piso retorciéndose; cuando ya todos quienes integraban el equipo trataban de resolver la situación, el pidió un medicamento que no estoy seguro si puso bajo su lengua o se inyectó y cuando se repuso un poco prosiguió y culminó con éxito la cirugía. Fue... el mismo día de su muerte.
Profesionalismo? Puede ser, era un excelente profesional, pero yo creo que en ese momento prevalecieron su humildad y la solidaridad que siempre supo demostrar, considerando que la vida de aquel paciente estaba en riesgo y que debía seguir a toda costa, sin siquiera pensar que estaba arriesgando su propia vida.
Fue Presidente del C.A. Centenario donde, aparte de haber sido un excelente dirigente para la Entidad, supo conseguir el respeto y el cariño desde su mas cercano colaborador, hasta del mas chiquito de los jugadoras de las inferiores del Club.
Supo formar una hermosa familia junto a Piti, quienes tuvieron la enorme suerte de haber compartido su vida con un indudablemente gran médico, tremendo cirujano, pero por sobre todas las cosas como lo recuerda toda nuestra comunidad, un gran tipo.
Así era el Dr. Eduardo “Pato” Raymonda, que jamás me realizó ni la mas pequeña de las cirugías, que no era mi médico de cabecera, pero que sí fue mi amigo.....y al que aún hoy extraño
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